No te hablo porque tengo miedo
de que seas vos el que me entienda.
De hecho, tengo la certeza
de que si te hablara me entenderías
y de que si me entendieras
te amaría.
No, no sé lo que es la amistad;
sé de engaños y desilusiones
y aún más de obsesiones,
de enfermedades con pretensiones
de ser tapujos a la soledad.
Es mejor si no te hablo y no te cuento:
ya veo en tus ojos el entendimiento;
a la vez veo mis labios besándolos
y tus manos abarcándome toda.
Es que te debería mi vida entera,
no podría evitar adorarte así.
No, no conozco la amistad:
sé de obsesión y de pasión
a falta de amor y comprensión.
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