martes, 13 de abril de 2010

¿Cómo ocultarte lo que has provocado con tus idas y venidas tan despreocupadas? No podría decir que te esperaba; te daba por hecho. Tenías que encargarte de hacerme entender. ¿Pero es necesario el tan cruel método? Tan despreocupado. Son los opuestos, que se sostienen los unos a los otros. Deben ser los opuestos. Mi angustia fue creciendo de manera exponencial a lo largo del transcurso de tu indiferencia. Y de tu inestable preocupación también. Nació mi ilusión.
También debe ser eso de los opuestos el que amarte signifique odiarme. Una cosa no sería sin la otra. Es sólo odiándome que puedo someterme a mi amor por vos; es sólo amándote que puedo recordarme lo menos posible. Respetarme. Valorarme. Porque quisiera obtenerlo del objeto de mi amor, porque no hay recuerdo ni respeto ni valor que valga si se quiere el del amado. Y mi amado no me ama; no me odia, pero es suficiente con que deje que yo me odie, que lo ame y que deje de amarme para odiarme y amarlo mejor.
Y porque si dejara de amarlo un instante conseguiría odiarlo todo lo que no me amo. Y amarme. Como odio que no haga er.
Que termine desperdiciando mis horas en una granja virtual cero por ciento redituable, y que mi viejo me diga "miles en educación para que los malgastes en eso".
Y que Aristóteles no me diga nada nuevo y que, sin hablar, siga llamándome imbécil. Y el haber comprobado que la mayéutica es imposible de establecer con mis padres.
Son frustraciones.

domingo, 4 de abril de 2010

¿Y si no nos cubrieran las ropas y
paredes no formaran edificios?
¿Y si el niño, libre como naciera,
gateara y cantara a su manera?
¿Andaríamos los hombres los caminos de los hombres o
retozaríamos en los claros de los bosques
de los suspiros unos a los otros adueñándonos?
Me pregunto si no tuviéramos padres,
ni tíos, ni hermanos, ni ex esposos,
detendríamos las pasiones condenadas,
las hambres prohibidas, los llantos
muertos de vergüenza, los gritos de placer.
Los gemidos. El incesto. ¿Existiría?
una daga en la espina
se retuerce día a día
me recuerda la ironía
de que es mi mejor amiga

un amargor en la boca
rodó de boca en boca
ayer volvió a mi boca
con gusto a esa boca

sobre todo el vacío
insaciable, siempre mío
tan lleno de ese frío
matándome de hastío