domingo, 20 de noviembre de 2011

Son las tres y diecinueve am de mi primer domingo de vacaciones y estoy más despierta que enun examen. Hace cuatro horas que alterno entre mirar las paredes de mi cuarto en penumbras e intentar hacer algo para que me agarre desprervenida el sueño. Intenté surfeando la web a lo largo y ancho, perdiéndome en los sitios más absurdos e inútiles hasta que me ganó el hastío y pensé haber conseguido ese soplo que me apagaría durante un buen par de horas. Pero me equivoqué, porque no funcionó. Y al rato intenté escuchando música; un par de temas algo melancólicos que podrían alcanzar a la deriva de mis pensamientos y hamacarlos en un compás amansador, dándome por fin la calma y el silencio de mi cabeza que dejarían dormir. Pero no funcionó: me hallé de nuevo de cara al techo pasándome nerviosa los dedos por el pelo. Así que intenté dibujar; en realidad no intenté nada: dibujé, porque vencida, sólo buscaba ya desahogar de alguna manera lo que llevo adentro y me come la cabeza y estruje el corazón y no me quiere dejar en paz.
Dibujé algo bastante lindo, a pesar de tanto tiempo fuera de práctica, lindo porque no sé cómo, logré que se pareciera un poco a él. Porque dejé que no importara que sea raro, ridículo que se me de por retratarlo de memoria un domingo a las tres am, dos días después de haberle visto la cara y esa expresión en la cara. Las cejas son algo más anchas, los labios sonreían más amplios... Y los ojos, son agudos, tienen algo de sopranos, en la manera de reír, de mirar con el ceño relajado. Pero sí, a fin de cuentas salió batante bien, y sonreí yo mientras dibujaba su sonrisa, y sonreí cuando lo di por terminado y lo observé. Me creí medianamente satisfecha y cerré los ojos de nuevo.
No puedo. No puedo conciliar el sueño. ¿Sabés qué hice? Prendí de nuevo el iPad -esto de que se prenda y apague tan instantáneamente beneficia a mi locura- y busqué sus fotos otra vez, para tratar de ver de nuevo esa sonrisa, esa expresión... Qué falta de coherencia que es esta noche, esto que pienso y siento... Hacía un rato habían empezado a cantar unis pájaros, ¿Pero cómo si todavía ni son las cinco? Ahora volvió a llover.
No sé, es lindo. Es algo. Y lo peor es seguir intentando descifrar qué pasó esa noche, hace dos días, cuando lo vi sonreír así. Sonreírme así.
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