martes, 15 de junio de 2010

¡Era tan lindo el contacto de tu mano! ¡Y la mirada cómplice de enamorado! Yo pensaba hoy, al primer encuentro no hay con qué darle. Pero tampoco al segundo, viste, con tanta expectativa. ¿Y a ese tan loco que desencadenó el alcohol y su amigable opacidad traslúcida? Y cómo olvidarme de esa visita a pedido, que nada del romance que esperaba ni de la satisfacción que me ajusticiaría tuvo pero que tuvo eso de ser pedido.
Y qué hay del último de todos. De ese ocultarse sin cerrar las puertas. Del miedo. Y que yo pensé, te gustará tanto el miedo. Por eso me buscarás así, cómplice eventual de riesgo ocasional. Ocasionado.
Ah, qué soy... El contacto de tu mano.

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