martes, 22 de junio de 2010

Rozaste mi talle con picardía. Me di la vuelta bruscamente; con un pie inmovilicé tu cadera contra la pared. Me acerqué lo suficiente para que nuestras narices estén a un palmo y me oigas bien. Estoy tan cerca que el calor de mi cuerpo despierta aún más tu deseo, pero tan lejos que no podés tocarme. Si no me vas a dar lo que quiero, no me provoques más.

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